
Hombres armados roban un microbús, un hecho sorprendentemente común en México. El ladrón toma el teléfono celular, billetera, mochila / cartera de todos. Cuando todo termina, nadie dice nada. Nadie pregunta si alguien está bien. Silencio total, agotamiento y aceptación de esto como normal. Tan aterrador, tan triste.
Termina el asalto. Siguen como si nada. No hablan, no se abrazan, no se preguntan cómo están. El silencio de la más absoluta cotidianidad. La absurda y surreal cotidianidad.