Una familia huyó de Afganistán. Luego EEUU los deportó por el mundo

AFGANOS-REFUGIO
Photo credit AP News/Hussein Malla

Mientras caminaban hacia las gruesas columnas metálicas del muro fronterizo entre Tijuana y San Diego, los hermanos Hussaini no llevaban nada de lo que fue su vida en Afganistán, salvo una fantasía vaga de lo que podrían esperar al otro lado.

Amir, de 21 años, y sus hermanas, Suraiya, de 26, y Bano, de 27, llegaron al norte de México con una cita para el 24 de enero, cuatro días después de la toma de posesión del presidente estadounidense Donald Trump.

Ese era el día en que se suponía que iban a entrar a Estados Unidos para presentar su caso y, creyeron, marcaría el fin de la represión de los talibanes —en el poder tras la retirada de las fuerzas estadounidenses en 2021—, y de su viaje de 28.160 kilómetros (17.500 millas) a pie, en canoa, en autobús y en avión a través del mundo.

Pero la idea que se habían hecho fue antes de que la puerta al asilo se cerrara de golpe en la frontera sur de Estados Unidos, poco después de que Trump asumiera el cargo. La victoria de Trump se basó en gran medida en el apoyo de votantes que apoyaron sus posturas intransigentes sobre inmigración. En cuestión de días, su gobierno transformó la política estadounidense de refugio y abandonó una filosofía de ayuda a los perseguidos, casi tan antigua como el país mismo.

Familias como los Hussaini sufren las consecuencias en cascada de cambios políticos más extensos a medida que los países endurecen las políticas de asilo y rechazan a los refugiados. En Afganistán, cuya tumultuosa historia está entrelazada con la política militar y diplomática estadounidense, la expulsión tuvo un impacto adicional, ya que los Hussaini creían que encontrarían seguridad en Estados Unidos.

Sin embargo, Amir vio cómo agentes fronterizos estadounidenses le arrebataban a sus hermanas bajo las intensas luces fluorescentes de un centro de detención. Esa fue la última vez que se vieron.

Medio año después, la familia ha sido dispersada a diferentes países, parte de la iniciativa del gobierno para enviar a los inmigrantes y los refugiados a lugares remotos, desconocidos y, a menudo, peligrosos. Una hermana intenta desenvolverse en un extremo de Sudamérica. La segunda se encuentra varada en Centroamérica. Amir está de regreso en Afganistán, atormentado por el miedo en el mismo país del que la familia huyó.

“Habíamos llegado al final de nuestro viaje ... y nuestras esperanzas fueron despedazadas totalmente”, lamentó Suraiya. “No puedo llamarlo necesariamente una traición, pero el hecho de que no nos entrevistaran, no nos preguntaran sobre nuestros miedos ni por qué huimos de nuestro país, todo me pareció muy cruel”.

Ver desvanecerse un futuro en Afganistán

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